Y de pronto me encontré extrañándote, añorándote en silencio como si de una condena se tratara.
Y de hecho, lo es. Esto si que es una condena.
El silencio de tus labios, la ausencia de tu mirada... Y por encima de todos tus detalles físicos, que pueden ser cambiantes y perecer, el sentido especial que cobraba el "nosotros". Contigo ya no estaba -o me sentía- tan sola en el mundo.
Nunca he sido una persona muy independiente, pero aprendí a serlo y lo más importante, a ser feliz con ello. De hecho no me desagrada... La mayor parte del tiempo.
Pero llega la noche y cae la muralla, y los sentimientos de soledad se apoderan de todo lo que encuentran y lo envuelven en una fina capa de humo denso, trasparente y viscoso. Y negro.
Y así es como quedo apartada del universo. Es demasiada soledad para una sola persona, y añoro la esperanza de tu abrazo.
Me pregunto cuando me llegará la hora, de morir o de enamorarme -otra vez, pero de forma certera-, o de ambas a la vez.
Porque en cierta manera enamorarse es morir. O mejor dicho: renacer.
"Yo no se vivir sin amor, yo vivo amando, algo incierto y desesperado"
Ya no quiero seguir sacando fuerzas, solo quiero fundirme en un abrazo. Quiero salir un día a la calle y enamorarme, y saber que esa persona será el/la acompañante fiel de mi vida. Nuestra vida.
Estés donde estés, y aunque mis esperanzas flaquean, te encontraré, o me encontrarás.
Algún día llenarás el vacío que intento atestar con malos vicios y costumbres.
Pero hasta ese día voy a seguir sobreviviendo a mi manera, porque en parte, eso me hace feliz. Me hará feliz hasta que te encuentre. O me encuentres.
O nos encontremos.
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