jueves, 28 de julio de 2016

El baúl de los recuerdos.

A veces pienso "el mundo me está ganando las batallas".

Y me creo mis propias palabras, hallo la veracidad, encuentro las razones,...

No se cuanto tiempo lo llevo sabiendo. No se cuantas señales he dejado escapar. No entiendo el motivo, ni se en que momento decidí aquello: lo se sin saberlo, pienso que la razón de mi autoengaño es evitar un daño, pero sólo me estoy guiando a uno de mayor calibre.  A un sinfín de callejones, y todos parecen iguales, y cuando hecho la vista atrás me doy cuenta de que ya estoy muy adentro del laberinto, muy perdida.

A veces pienso que debí quedarme en el pasado. Ese deseo por que pasara el tiempo fue mi sentencia a este vacío interno que se repite, que se multiplica y brilla por su simplicidad y sencillez, por su poca personalidad y diversidad. Es una línea en un folio en blanco, en varios folios en blanco, y siempre es lo mismo: siempre el mismo patrón lineal absurdo y condenado al bucle.

"A veces pienso que debí quedarme en el pasado". Me aborrezco diciendo esa frase, me repulsa. Y es cuando entiendo que no añoro tiempos que llegaron al fin, si no más bien quien fui: ¿Qué fue de mis principios, de mi forma de vivir?

Eso es lo que añoro.

martes, 26 de julio de 2016

Sendas a la Vida.

Miles de noches escribí largas cartas a la luna acrecentando la proclamación de deseos mundanos que pecaban siempre de ser efímeros, que transgedían leyes impuestas de condición humana y a la vez daban en el clavo: nuestra doble naturaleza.

Hoy ya no me siento capaz, no cuando la vida te enseña el valor de lo que no podemos tocar, lo que no podemos poseer: una sonrisa a media luz de luna, un parpadeo de verano reflejo de la sencillez cálida. Una caricia sincera.

Me rompías y arreglabas a la par, y tarde comprendí que ningún ser alberga esas dos cualidades: perteneces a un bando o a otro. Eres el hielo o el fuego, pero nunca ambos al mismo tiempo, ni en la misma vida si me atrevo a aventurar.

Destruí todas mis palabras de reclusión por promesas de libertad, mezclado con un adiós de mis labios. Todo ello fruto de mi inocencia y tu perversidad.

En vano me guíe por instintos que antaño me llevaron por tus caminos, y me repugnaba el olor de aquellas flores y los amaneceres desolados. ¿Cómo encontrar otro horizonte si no había destruido aquella parte de mi? Esa que me condujo hacia tus dedos entrelazados entre mis cabellos y promesas que eran sal a mis heridas.

Cambiar. Había que cambiar.

No cambiar y llegar a ser quien era antes. No cambiar simples gestos ni palabras.

Más que cambiar, renacer. Muy lejos de tus garras, muy lejos de la maldad que habita en este mundo.

lunes, 25 de julio de 2016

Nos Falta el Fuego.

Eres fuerte y renaces como ave fénix tras la batalla. Eres alegre y brillas cegando al sol con tu sonrisa. Eres pacífico, grande: eres la roca y el agua.

Yo soy más como el viento y la tierra. Soy rápida en la huida y a la vez soy ese lugar al que llamar hogar.

Tu eres la línea recta y yo soy el zig-zag que te marea. ¿Qué ves en mi? Me pregunto. Y me debato sobre quién gana esa silenciosa batalla interna tuya: tú cuerpo o tu alma. Al no hallar respuesta me pregunto ¿Qué buscas? Y cabilo una multitud de respuestas, buscando la evidencia que desvele la verdad. El resultado es un sinfín de posibilidades. Entonces se desata la tercera pregunta, ¿Quién eres?

Y acto seguido, la cuarta: ¿Quién soy?

viernes, 22 de julio de 2016

Alma soñadora

Ojalá fundirme por última vez en los susurros que se lleva el viento, en las penas que sana la lluvia. Entre el sol y la luna, entre el rechazo y la lucha. Entre la victoria y la consciencia.

Mis pasos dibujan una senda enrevesada de curvas suaves y eléctricas: allá donde piso, algo se marchita. La vida por la muerte, la muerte por la vida: y crecen otro tipo de silvestres flores. Incluso creo sentir otro tipo de aire, otra brisa: otro mundo. Otro yo, uno más fuerte y ágil al emprender la huida.

La vida por la muerte, lo bueno por lo malo, ¿no?

Pero sigo esperando algo cruel, que desgarre el alma al compás de la tormenta electrica, y alzo las manos para rozar el cielo con las llemas de los dedos, y sólo siento la paz que arremete dulcemente contra mi cuerpo.

Dulcemente, contra mi cuerpo: como tus caricias.

Pero me deslizo entre tus dedos, me esfumo antes de que sueltes el aliento. Y me preguntas: "¿Quién eres?"

Pero yo ya he huido entre risas: "Ya no soy nadie, soy el agua que se escurre entre las montañas, el viento que mece las hojas... Que escapa como se escapa el tiempo de entre tus manos."

viernes, 15 de julio de 2016

Viaje a la vida.

Caí en la cuenta de que estaba presa de mi propia moraleja justo en aquel instante,  cuando la felicidad parecía florecer de forma tenue y esperanzada.

Cuando las cosas van viento en popa  todo parece víctima de un hechizo temporal donde sólo existe el presente, y el futuro son solo charlas ambiciosas de sábado noche o de un miércoles de café por la tarde:
"Y justo en ese momento miras la calle tras el cristal. Tu eres el que da vida a un reflejo de cara pensativa que remueve un café. Desde fuera un desconocido pasará con prisas camino del trabajo. Por un segundo vuestras miradas se cruzarán y entonces es cuando se preguntará: ¿Qué le afligirá tras esa sonrisa coraza? Es solo el triste reflejo de la farsa"

Es miércoles tarde, obviamente, de esos que se llenan de charlas que se ocultan tras términos como "trascendental" e "importante".

Y al final, todo se reduce en respirar. Respirar y luchar. Porque los planes implican control, y el control siempre será una falacia a términos reales.

Desconocido, esa es la respuesta a tu pregunta. Me exigen control, y no podemos dominar todas las variables que pecan de abusar del azar, ¿Por qué no nos tomamos la vida más en serio? Me refiero a vivir el día a día. No hacerlo es suicidar las sonrisas, negarnos el camino del bienestar. Es derretirse en la velocidad. Siempre con prisas por llegar al mañana, para que cuando llegue ese momento solo pensar en el siguiente. Nunca parar. Nunca disfrutar.

Yo prefiero tirar de palanca de freno, bajarme de este coche y respirar. Estirar las piernas. Vivir.

martes, 12 de julio de 2016

Inexistente

A veces te escribo en una mueca, que se hunde en los labios. Otras veces, juro que te veo en cada lágrima, incluso en la de desconocidos:
Ahí estás, en todas las penas, en cada una de ellas, como si fueses el reflejo. Aunque nunca supe si eras la imagen o el espejo.
Despegarme de ti fue llevarme esa conciencia: tu dolor en cada parte del mundo, en cada rincón habido y por haber.
Ha pasado tanto tiempo que invertí el rol de pensamientos, personifiqué el dolor, la negrura y la autodestrucción con tu persona, apoderándose de tu conciencia. Y no fue por capricho: muchas veces me pregunte si había algo más ahí dentro, en tu interior, que no fuera eso. Y bueno, solo te puedo decir que me sobraron varios dedos de la mano contando tus alegrías, o cada vez que simplemente sonreías distraidamente.

Estás desecho, hasta los cimientos: Ya no queda nada de ti, ya no queda nada de nosotros.