miércoles, 2 de agosto de 2017

Niebla

Sola entre la niebla
Fechas presentes que caen en olvido.
La soledad pura de un cuerpo y una mente, que cae y piensa, piensa y cae.

Los barrotes de esta jaula, amores muertos, vidas que ya solo viven del recuerdo.

Multiples caminos que desenbocan en un simple denominador común de mis manos y yo, yo y mis manos cubiertas de niebla.

Cegada por la luz que ya se fue, desecha a caricias que prometen volver en septiembre.

Pero para qué quiero septiembre,
Para que quiero el otoño,
Para que quiero el aire,

Si ahora permaneces muerto en mis días, y es como si no existieses.
Y mis manos, buscando,
solo palpan la niebla,
el reflejo de tu ausencia.

¿Para qué quiero septiembre? Si aún no ha llegado, y todo el tiempo que recorro reina la ausencia de brazos que abracen, ojos que miren, labios que sellen con un beso los días y las noches.

¿Para que septiembre? Si el tiempo que recorro es paralelo, estás y no estás.
Existes y no.
Me quieres y no.

domingo, 25 de junio de 2017

Serpiente traicionera. Reptas hacia mi y te enzarzas en una batalla que no es la mía en lo que dura un pestañeo.

Vendes paz y la das y gozas con hacerlo, pero luego cambian las tornas y lo llenas todo de veneno.

¿Por qué? No soy yo quien te ha hecho daño. No soy yo la que te ha cerrado las puertas de nada. No soy yo la culpable de tus estados de ánimo, y aún así, parece que es mi persona quien mete la pata siempre.

No tiene sentido. Contigo a veces nada lo tiene.

Y es cuando olvido tu mirada, tus labios, tu dulzura, y ya no queda nada. El amor se retrae y condensa para quedarse en un rincón por si esta vez se librara de ser atacado. Por si por un milagro este no resultara dañado.

En vano lo intento porque cada vez parece que me quieras menos, y luego parece que haya sido un simple olvido y vienes con una flor entre tus manos para enredarla en mis cabellos.

Y ese instante se llena de luz clara y suave, como si fuera un recuerdo en bucle y congelado.

Y cada vez se congela más.

Y cada vez me quiero un poco menos.

Y cada vez la vida se queda sin más sentido que el de caer hacia lo más profundo del subsuelo, para enterrarme y echar raices en otro tiempo.

Y quien creí que era un salvador, era un espejismo. Nacimos y morimos solos, al fin y al cabo.

miércoles, 14 de junio de 2017

El paso del tiempo no tiene sentido.
Vamos hacia adelante a toda marcha,
y nadie sabe ni porque ni para qué.
Que absurda es la vida.

Hoy me pinto los labios,
porque he perdido la esperanza.
Y ya no hay colores en mi vida
ni escondites, ni danzas,
ni gritos, ni penurias.
Todo se ahoga en la nada.

La nada de la que se disfrazan mis palabras, que son más de las sombras que de mis labios.
Y firman siempre con la última oración que me dejó sin aliento:

Me marcho para no volver.

Y yo pequeña y de cristal, cayendo para romper con lo que fui, lo que soy, lo que podría haber sido.

viernes, 2 de junio de 2017

Café en una mañana encapotada.

Pestañeé.
Mirando la taza y su contenido,
como esperando cualquier cosa de ella.
Permanecía quieta, humeante. Impasible a mi presencia. 

De repente, la cosa más ardiente parecía la más helada: hielo en forma de desdén.
Es curioso como el tiempo y la propia vida cambia la percepción de todo lo que nos rodea.
Como lo inanimado parece convertirse en un espejo del alma.

Casi parece que la forma en la que ves el mundo habla más por si sola que las palabras y los gestos.

Me percaté de que hacía demasiado tiempo que no sonreía de verdad.
De que ya no bailaba cuando nadie estaba en casa, que no contaba a plena voz en cada ducha.
De que la vida me pesa y sobrevivir es una misión del día a día.

Permanecí callada, pensativa. Desalentada.
Removiendo el café por si así cobraba vida y dejaba de ser un reflejo,
como si se pudiera desprenderse de todo lo anterior
al primer sorbo.

martes, 23 de mayo de 2017

Pude ser muchas cosas,
y pocas importan ya.

La vida se acorta
cuando respiras
y ya no es mi aire.

Nos separa la vida,
Nuestras idas y venidas,
Las ideas, el viento,
Uvas, almendros, y frutas.
Las flores y prados verdes.
Montañas. Ríos.
Un número exagerado de kilómetros,
que van desde tu cama a la mía.
Desde tus raíces a mi cuna.

Mi lengua se vuelve fanática de la mar,
y huye con pasos inseguros en dirección contraria.
Está más cerca la tragedia que la agonía de no llegar nunca.

Son demasiados kilómetros para lo cerca que te tengo ahora.

Y parece ser que es verdad:
el amor está lleno de ansiedad.

domingo, 12 de febrero de 2017

Ráfagas

Me hiciste polvo
Yo sola me encargué de soplar(me).
Tu juraste y perjuraste esperarme
Yo, ciega, solo seguía un anzuelo


Y ahora qué, ni yo pude salvarme.

Tu me hiciste polvo.
Yo solo supe ser ceniza,
desaprovechando ráfagas de nuevas brisas ..


Porque al volver a tus ojos,
seguía siendo una más y vencida.
''Que mas dará'', solía decir.
Si el futuro es incierto
Y tú aún tenías miedo a herir.
Pero sopla, sopla ahora, maldito cabrón, déjame morir.


Y a cada puñalada, era un poco más libre, y un poco más triste.
Cada vez costaba menos cerrar los ojos, cada vez estabas más roto.

Y en charcos pinté todo lo tóxico que fue.
Es eso lo que siempre recordaré.
No, porque no serán tus caricias, ni párpados cayendo hacia mi ombligo, recordaré el rojo del amor, derramándose por mis comisuras.

sábado, 11 de febrero de 2017

Te veo y me veo.

Toda yo se ha roto,
para escurrirse poco a poco entre las fisuras del hueco en el pecho, fisuras echas a placas tectónicas.
Ya empieza el escándalo y la barbarie del precipio de tus ojos, a los que me asomo y pido clemencia.

Quise probar así a que sabían tus silencios. Quise saber el por qué de cuando te ocultas entre tus sombras, para mecerte en ellas.
Quise tener el lujo de ver entre tus brazos el amanecer de tus suspiros quebrados,
que se echan a la espalda un pasado desconocido y no ausente de caídas al vacío

Te veo y me veo,
cuan rota estoy
Y que cerca te tengo.

Cuando empiecen los roces de placas, soy capaz de llenarlo todo de mar,
Y llenarme de angustia por si te sobrepasa y ahoga.

Que extraño la dificultad que atiende algo tan suave y frágil, algo que por ser, debería ser tenue, fluido y fácil.

Y así la dualidad vuelve a cobrar vida:
Mezclando a fuerza de pronóstico el equilibrio entre sudor y descanso.

Pero te veo y me veo, cuanto te estoy queriendo.