miércoles, 11 de mayo de 2016

El olvido son los padres.

Estaba deambulando, entre millones de personas: altos, bajos, guapos, mediocres, morenos, blancos,... Y en ellos solo era capaz de ver tus ojos, tus labios, tu cabello alocado, tus andares despreocupados, tú.
Me di cuenta de que, a pesar de tanto tiempo alejados el uno del otro, por muchos puntos suspensivos y finales que puesiéramos te seguía buscando al girar en cada esquina: tú y tu viejo coche esperándome para emprender uno de nuestros viajes locos.
Nunca llegue a comprender porque siempre huíamos de los lugares que nos eran habituales o familiares hasta hoy: no estamos ni estábamos hechos para la rutina de nuestro día a día, no encajábamos. Solo podíamos ser nosotros en lugares desconocidos. Rodeados de gente de la cual no teníamos ni puta idea de su existencia, ni nos importaba.
Así si, así si que estábamos hechos a la perfección el uno para el otro.
Por eso hoy, mientras deambulaba por las calles de una ciudad que no había visitado en mi vida te buscaba. Inconscientemente, tal vez.
Estoy segura de que algún día nos volveremos a encontrar en cualquier lugar alejado de la mano de dios, y entonces entornaré los ojos y me diré a mi misma "el mundo es un pañuelo"
Pero por supuesto, esa historia quedaría grabada en los muros de esa ciudad para no salir nunca de allí. Prisionera del secreto.
"Hasta la próxima" o "hasta nunca", así me despediría.

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