Y de tanto preguntar me quede con las manos mas vacías de este hogar, rememorando las palabras de una escritora: ¿Puedes seguir enamorada de alguien que has dejado de querer?
Amar sinsentido
y sin querer
recuerdos traslúcidos,
imperativos,
pasados,
hirientes.
¿Cuando la luz es sólo luz, y no el ensueño que siempre prometiste?
El mar ya es sólo mar, y no todo lo que te tuve que sangrar.
Son todo murallas de sal, (y limón),
a estas cicatrices que a veces desvanecen
y otras supuran.
Y sin querer llega otro, perdido y sin rumbo, con media sonrisa de pena, media de sorpresa:
Parece que quiera curar todo el daño
para sembrar el suyo propio.
Entrar cerrando puertas y abriendo ventanas, para que pueda ver todo lo que no viviré.
Pero, por un instante se que podré volar sin alas: todo esto es mi cielo. Pero estoy deshecha a enredos,... no aguantaré mucho sin el escándalo de la caída.
Siempre fui rápida en la huída, pero a qué precio: partes de mi vida, de mi alma.
Para quedarme en silencio, sin nada, yo y mis manos que palpan la ausencia allá donde habito.
Yo y mis manos, mis manos y yo,
y la nube de algodón.
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