Era otra mañana perdida entre el mes de Febrero. Seguía
haciendo frío en su interior, en una hibernación de sentimientos que estallaron
al primer rayo de luz.
Sin pensar se hizo un café mientras suspiraba, ``¿a dónde
va mi vida?´´ – Y esa es la pregunta
constante, de la cual nunca se escapa.
La condena – Y esa es
la cárcel eterna, de la cual nunca se huye.
Arrastrando los pies seguía cavilando, ``¿hacia dónde
quiero ir?´´
Pero solo era una tarde perdida entre el mes de Marzo. A
fuera ya hacía sol, pero ella seguía con el corazón encapotado.
Recogió su primera flor de primavera, ``¿cómo puede ser tan
fácil codiciar la belleza?´´ – Y ese es
el pecado constante, del cual no nos percatamos.
Arrebatar la vida –
Y ese es el vicio eterno, la vida que nos
falta siempre ansiada.
Dejó volar los pétalos mecidos al viento ``¿hacia dónde va la
vida?´´
Pero sólo era una noche de Abril, y vio los pétalos caer
marchitos. Puso la mirada en el cielo mientras compartía un poco de su soledad
con la estampa de luces.
Inocentemente alzó un dedo hacia el firmamento, ``¿cuál es
el secreto, universo?´´ – Y esa es la trampa eterna, poner respuestas
en impenetrables cielos.
La esperanza – Fiel aliada se vuelve traicionera.
Pisando malas hierbas seguía un sendero ``¿De qué nos sirve
– la esperanza – si solo nos lleva a poner preguntas en labios sellados?´´
Pero solo era una tarde del mes de Diciembre:
Entre pregunta y pregunda se le olvidó llenarse de primavera y de sentir tras sus párpados la vida que colma los días de verano: nunca arraigó el calor en su mustio corazón,... solo hielo, solo hay hielo ya.
Y esa es la condena:
Arrebatarse la vida
sustrayéndose la esperanza.
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