sábado, 11 de febrero de 2017

Te veo y me veo.

Toda yo se ha roto,
para escurrirse poco a poco entre las fisuras del hueco en el pecho, fisuras echas a placas tectónicas.
Ya empieza el escándalo y la barbarie del precipio de tus ojos, a los que me asomo y pido clemencia.

Quise probar así a que sabían tus silencios. Quise saber el por qué de cuando te ocultas entre tus sombras, para mecerte en ellas.
Quise tener el lujo de ver entre tus brazos el amanecer de tus suspiros quebrados,
que se echan a la espalda un pasado desconocido y no ausente de caídas al vacío

Te veo y me veo,
cuan rota estoy
Y que cerca te tengo.

Cuando empiecen los roces de placas, soy capaz de llenarlo todo de mar,
Y llenarme de angustia por si te sobrepasa y ahoga.

Que extraño la dificultad que atiende algo tan suave y frágil, algo que por ser, debería ser tenue, fluido y fácil.

Y así la dualidad vuelve a cobrar vida:
Mezclando a fuerza de pronóstico el equilibrio entre sudor y descanso.

Pero te veo y me veo, cuanto te estoy queriendo.

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