viernes, 24 de junio de 2016

Rota la Vida.

Tengo el alma rota, el corazón roto, los pensamientos rotos, el cuerpo roto.
Rota la vida.
La mente en una pausa inexistente que se repite en bucles, en espirales de palabras que a veces no se unen las unas con las otras: que no tienen sentido, que carecen de nexo logico. Y a la vez tienen tanta razón, tanto peso, que me arrastran, y yo araño las parades, los cristales, el agua, el viento, tu aliento, pero sigo cayendo hacia abajo: hacia las profundidades, la negrura, las tinieblas, las noches que se disipan perdidas en el tiempo. ¿Alguien las encuentra? Yo no. Perdí la cuenta y la pista.
Segundos, minutos, horas,... ¿Qué más dará? Es lo mismo: como un plano donde el tiempo no es más que un mero número que nadie mira, al que nadie le da importancia. Un número que todos detestan, que todos temen.
Y yo solo pienso y pienso, mientras me ahogo, quemo, congelo, muero, vivo. Mientras existo. Mientras pueda seguir respirando la lluvia, el sol, las nubes, el viento, la vida y la muerte.
Y siento que ya no queda nada: la desolación florece, la ausencia vive.
Y en ti, en ti veo el mismo dolor que inunda el iris de mis ojos, las comisuras de mis labios e incluso mis gestos. Y muero, muero una vez más, porque por primera vez siento cuán real puede llegar a ser el dolor, y como se ve una persona envuelta por sus propias tinieblas.
Que desagradable ver tu alma rota, tu corazón roto, tus pensamientos rotos, tu cuerpo roto.
Rota la vida.
Te veo y me veo en tu desconsuelo, en tu tortura, en tus monólogos internos, y me pregunto si tu eres capaz de ver lo mismo en mi, si el mundo es capaz de verlo como yo lo veo. Si es tan fácil como parece esconder el pesar y el daño, o si solo nos engañamos para creernos más fuertes, para creernos bajo control. Para creernos la mentira que contamos al resto y escondernos en nuestra propia rotura. Para alejarnos del mundo.

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