sábado, 4 de junio de 2016

Romper, Reparar, Renacer.

Prefiero ser la montaña rusa que enloquece el juicio: sentir lo máximo de todo lo que se puede llegar a vivir... y qué pasa si hoy soy la más desgraciada y desgarrada del mundo, así lo elegí. Un día pierdo la cordura y al siguiente el retorno, y lloro hasta reír, y río hasta llorar: como el fuego que arde asaltando la calma,  la misma calma que silencia las brasas. Así como soy el bosque arrasado, también soy el bosque de cuento. 

Un día ando por el suelo, luchando por no descomponerme, desgarrando la garganta al respirar, rompiéndome en mil pedazos cual tarro de cristal que se recicla. Abandonada... Pero luego, oh Dios, luego... soy el agua que arrasa en la cascada: poderosa, majestuosa. Soy el pájaro que vuela: libre, ágil. Soy el viento: el que va, el que viene. Y en la luz, en la luz quizás me veas. 
Sí, entre cielo y tierra me encuentro.. y en las sombras, en las sombras quizás también me veas. Y no porque esté inmersas en ellas, sino porque ellas están inundadas, sobresaturadas de mí: Este es el precio que hay que pagar por intentar rozar el cielo con los dedos. Y volvería a pagar ese precio, sin dudarlo.

Prefiero vivir en los extremos: pagando con mil trozos de alma aquello que consigue recomponerla intensamente, sembrando con lágrimas aquello que dará como fruto la chispa que desencadena la luz, una luz tan intensa como el sol del verano, tan poderosa como la furia que envuelve el aire otoñal

Rompí la balanza que equilibraba las alegrías y los lloros, porque no pude vivir con tanto equilibrio. Una mezcla entre tedioso y desgarrador era el sentimiento que envolvía mi cuerpo ante tanto orden, y supe que esa vida no era la mía... Lo siento, no pude seguir viviendo como el resto: una paz resignada. Así que decidí romper: romperme en mil pedazos para llegar al límite. 

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