domingo, 5 de junio de 2016

El Amor de unos Ojos.

Aquella noche fue una velada muy agradable: Se oía el mecer de las olas y la brisa, que se había vuelto más seca con el paso de las horas, marcaba un compás de vaivenes lentos. Esa armonía era casi musical. Cuando me di cuenta, la luna, en el ágil trascurso de un par de horas, se había posado en lo más alto de una cuna estrellada. Fue en ese instante cuando me atacaron con una pregunta: ¿Cuáles son los momentos más dulces que has vivido? 

En ese mismo instante mi mente cayó presa de recuerdos que tal vez eran demasiado melancólicos, pero entrañables. Recuerdo una mirada, unas manos, un abrazo entrada la noche... seguí deambulando entre mis propios recuerdos hasta que percaté que los ojos de mi acompañante estaban fijos en mi, expectantes.
- No sabría como explicarte en qué consisten mis momentos más dulces, mas bien son instantes - Hice una pausa y bajé la mirada, me avergonzaba contar cómo veo el mundo. - Instantes que te hacen replantearte el sentido o el significado del amor, o esos que te hacen recobrar la fe en ese tipo de sentimientos.
Mi acompañante se quedó unos segundos dubitativo, y de forma inconsciente, se acercó hacia mí y clavo su intensa mirada, llena de matices curiosos, en la mía. Con un gesto, me invitó a romper ese pequeño silencio.
- Te contaré uno, para que me puedas entender: Hace bastante tiempo, mientras tomaba una cerveza con el que en ese momento era mi pareja, pasó algo. Yo estaba distraída, mirando las estrellas que ya se empezaban a dejar ver, y dejé caer mi mirada en sus ojos. Él me estaba mirando, pero no de una forma común, era una mirada extraña: me miraba con ojos de enamorado. En ese momento fui capaz de observar algo intangible, pude ver el amor. Y fue extraño, porque para mí fue como si nunca me hubieran mirado así, como si nunca hubiera conocido el amor. Ese momento me llenó de dicha y felicidad, fue un instante real del que pude aprender más sobre la ternura, el cariño, el respeto... el amor. Fue como si nunca nadie me hubiese querido hasta ese momento. - Paré de hablar en seco, me sentía un poco estúpida hablando sobre una mirada.
- Nunca había escuchado una respuesta así, debo confesar que es la más extraña. Pero en cierto modo te entiendo, mis momentos más dulces también se pueden resumir en un detalle, en una sensación.
-Sí - contesté alegremente - es exactamente eso, una sensación. Justo en ese instante, el amor que sentíamos el uno por el otro era algo que se podía observar, que se podía sentir de forma muy intensa con una simple mirada, y aunque ya no sienta lo mismo por ese chico, se que por un tiempo, fue real, fue auténtico. Por eso guardo buenos recuerdos con esa persona, pero concretamente guardo con dulzura ese recuerdo, que se quedó grabado en mí, fue muy bonito,...

Mi acompañante se levantó sin prisas y me tendió la mano, invitándome a otro de nuestros interminables paseos llenos de diálogos que no cambiaría por nada. Por eso esa velada fue tan agradable: él hablaba sin corte y me incitaba a imitarle, aprendiendo más de mi misma que de él.




No hay comentarios:

Publicar un comentario